Cada vez que te sientas extraviado, confuso, piensa en los arboles,
recuerda su manera de crecer.
Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces,
es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular su savia.
Raíces y copa han de tener la misma medida,
has de estar en las cosas y sobre ellas: solo así podrás ofrecer sombra y reparo, solo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y frutos.
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cual recorrer,
no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda.
Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo,
sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda mas aun.
Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón.
Y cuando te hable, levántate y ve donde el te lleve.
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